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jueves, 27 de junio de 2013

VER Y VIVIR EL SENTIDO DE SER Y EXISTIR

- DESNUDOS LLEGAMOS, DESNUDOS NOS VAMOS (Juan E. Prades Bel)

viernes, 21 de junio de 2013

EL AUTOEMPLEO
EL COMERCIO TRADICIONAL
Fortalezas del comercio tradicional

1. Contacto directo con el consumidor. El pequeño comerciante tiene un contacto personal más estrecho con el consumidor, lo que puede traducirse en una apreciación más directa e inmediata de sus deseos y actitudes en la compra, hecho fundamental en la dirección empresarial y de marketing para obtener el éxito comercial traducido en transacciones de venta. Constituye sin duda la gran ventaja frente al comercio integrado, basado en la implantación de una red de establecimientos repartidos por una amplia geografía y más preocupado por mantener una imagen uniforme y servicio estandarizado, lo que dificulta la adaptación de cada punto de venta a los deseos específicos de su red de influencia.
2. Función social del pequeño comerciante. El contacto personalizado también permite al comerciante establecer relaciones más amistosas y agradables para la clientela. Aunque se incremente la cuota de mercado de las grandes superficies, las visitas frecuentes al pequeño comercio próximo pueden crear una vinculación más estrecha entre el comerciante o dependiente y el comprador, lo que posibilita el logro de los dos fenómenos que caracterizan la filosofía del marketing actual: el desarrollo y mantenimiento de relaciones a largo plazo, más que la búsqueda de ventas puntuales, y la comunicación interactiva entre comprador y consumidor, que hace posible una adaptación rápida a los intereses cada vez más individualizados de los compradores.
3. Flexibilidad, capacidad de adaptación. Si la ventaja de la gran empresa en general radica en las economías de escala y el poder de mercado, la pequeña empresa disfruta de una mayor flexibilidad. La flexibilidad del comercio pequeño se refleja en la libertad de seleccionar su mercado objetivo y su surtido, al poder subsistir con un segmento concreto de consumidores específicos, sin necesidad de acudir al mercado de masas como ocurre con las grandes superficies. Esta flexibilidad también se experimenta en la posibilidad de cambiar de ramo de actividad o simplemente de surtido de productos y servicios con un coste económico y de imagen inferior a la que sufre una gran cadena.
4. Control directo de la gestión. En el pequeño establecimiento el comerciante puede ejercer control y estímulo directo sobre un empleado que, por lo general, disfruta de un clima laboral menos conflictivo, lo que a su vez le lleva a ejercer la relación con la clientela desde una mayor identificación con los intereses y objetivos del comerciante. Este es consciente de los errores y desviaciones que se pueden producir y la dedicación a su propio negocio le puede facilitar una respuesta inmediata.
Letras y caminos de Prades Bel:
AUTOEMPLEO

Estrategias del comercio tradicional
La especialización

Un pequeño comercio puede ser rentable desarrollando en profundidad un surtido de un producto o una estrecha gama de productos. De hecho está demostrado que, aun con los inconvenientes, el pequeño comercio especializado se defiende mejor de las grandes cadenas. Los comercios locales encuentran hoy la conveniencia de transformar sus tiendas más especializadas para hacer frente a la nueva competencia.

Se trata de combinar la especialización y la explotación de algunas de las fortalezas del comercio tradicional: calidad de los productos, adaptación a las peculiaridades del consumidor de la zona, atención y servicio más personalizado, y adecuación a la compra diaria y de urgencia.

EL CONSUMO EN LA SOCIEDAD DE CONSUMO

EL CONSUMO EN LA SOCIEDAD DE CONSUMO
 Juan E. Prades Bel

Sentar las bases de la educación para el consumo es un reto esencial para cualquier ciudadano y para la sociedad entera. El consumo se a convertido en un factor clave en el dinamismo de la sociedad.  El consumo tiene implicaciones en bien y en mal en la vida personal y social de los individuos, el consumo está claramente vinculado con la creación de las identidades personales y con la realidad social de los individuos, puesto que los productos, los anuncios y las marcas ayudan a construir la personalidad y a dotar al individuo de un determinado sentido de sí mismo, que inciden sobre todo en los segmentos más inmaduros y acríticos de la población para generar verdaderos adictos a los fines económicos de la marcas, es precisamente por esta debilidad del consumidor ante el consumo, la educación no puede permanecer al margen de los efectos del consumo.

COMERCIO TRADICIONAL

Letras y caminos de Prades Bel:
AUTOEMPLEO

Estrategias del comercio tradicional

   El objetivo de un pequeño comercio, como de cualquier actividad económica en general, se puede plantear bajo distintas dimensiones o perspectivas: en forma de volumen de ventas, beneficios, rentabilidad, crecimiento, mantenimiento u otros similares. No obstante, el problema es cómo alcanzarlo, es decir no cuanto vender sino como vender. Se entra así en la definición de la estrategia competitiva de su negocio. La filosofía de dirección detallista ha de partir de la premisa de que su misión radica en satisfacer las necesidades del consumidor. La adaptación a los deseos de los clientes ayuda a tomar decisiones para anticiparse a futuros acontecimientos.    La estrategia consiste en cursos de acción a largo plazo utilizados para alcanzar objetivos futuros deseados con el fin de competir con eficacia en el mercado. Si de las dos estrategias competitivas básicas la ventaja en precios sólo está al alcance de las grandes cadenas, el uso de una imagen diferenciada ha de ser el objetivo fundamental del pequeño establecimiento . La idea de evitar la competencia en precios no significa que éstos sean irrelevantes, una empresa no puede sobrevivir si sus productos se perciben como más caros. Existirán consumidores que no dudarán en afrontar el pago de un precio superior si reciben un valor añadido a cambio.
   La base de la estrategia competitiva consiste en desarrollar una serie de puntos diferenciales entre una empresa y sus competidores. Puntos que han de ser evaluados por los consumidores y que serán el hilo conductor de todo el negocio. El pequeño comercio, en consonancia con los puntos fuertes, se encuentra básicamente con cinco opciones: especialización, localización, diferenciación, profesionalización y asociación.



LOS VALORES HUMANOS Y LA EDUCACIÓN DEL SER

 

LETRAS Y CAMINOS DE PRADES BEL

EDUCAR EN VALORES

Los Principales Valores

Valor Humanos es aquello que hace buenas a las cosas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo. El valor es todo bien encerrado en las cosas, descubierto con mi inteligencia, deseado y querido por mi voluntad. Los valores dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano.

El hombre podrá apreciarlos, si es educado en ellos. Y educar en los valores humanos es lo mismo que educar moralmente, pues serán los valores los que enseñan al individuo a comportarse como hombre, como persona. Pero se necesita educar en una recta jerarquía de valores.

Los valores humanos, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos. Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en que nos ha tocado vivir.

El hombre tiene dos facultades superiores muy nobles: la inteligencia y la voluntad.

A) Con la inteligencia el hombre descubre que las cosas son portadores de valores, tienen valores. Gracias a la inteligencia él sabe que puede comportarse sensatamente y guiarse no por el capricho, sino por lo que la razón le hace entender que es bueno. Con la inteligencia puede sopesar las cosas.
B) Con la voluntad libre: rompe su indiferencia frente a las cosas y decide lo que aquí y ahora vale más para él y elige. Y al elegir, jerarquiza las cosas y se compromete con lo que elige. Al hacer esto forma en sí actitudes que pronto se convertirán en hábitos operativos. Si lo que ha elegido es bueno y le perfecciona, entonces llega a la virtud, que es la disposición permanente a comprometerse como hombre, a hacerse más hombre

Los principales Valores Humanos son:

• Honestidad

• Compromiso

• Lealtad

• Integridad

• Respeto

• Empatía

• Responsabilidad

• Transparencia

• Excelencia

• Dignidad


Todos influimos en los valores humanos, pero el que se educa es uno mismo: los valores los hace suyos el sujeto. Cada individuo se forma a sí mismo, descubriendo los valores con su propia libertad y la experiencia en la familia, en el colegio, en la calle, por la televisión y demás medios de comunicación.


EL CAPITALISMO ENEMIGO DE LA VIDA
El capitalismo es un sistema global, planetario, basado no solamente en la explotación del hombre, sino también de la naturaleza. Al incluir en sus procesos económico-productivos a la biosfera en su conjunto, el capitalismo la ha llevado al estado de la crisis ecológica global, y a la humanidad a la crisis de los recursos.

JUAN E. PRADES BEL

jueves, 13 de junio de 2013

La crisis económica y social

El desmontaje del capitalismo y el fin de la Época de las Pirámides

Andrei Fúrsov, Oko Planet
Traducido del ruso por Arturo Marián Llanos

La crisis financiero-económica que comenzó en 2007 en los Estados Unidos y que hoy abarca a todo el mundo a menudo es comparada con la crisis de 1929-1933. Aquella, a su vez, representaba la parte final de la larga crisis de 1873-1933. Por cierto, con aquella larga crisis, cuya época fue definida por el historiador holandés Jan Romein como la “línea divisoria”, a menudo comparan el momento histórico que comenzó en los 1970, o más exactamente – en 1973 y que dura hasta ahora. La crisis de la “línea divisoria” de 1873-1933 fue el tiempo del “reparto de naipes del juego social” (F.Braudel), “reparto de los Naipes de la Historia”, y los que consiguieron hacerse con los ases permanecieron arriba hasta el siguiente reparto, que comenzó en los 1970. Más aún, ahora tienen buenas posibilidades para añadir a los viejos ases otros nuevos. Lo que se dice “dinero va al dinero”. Aunque también podría resultar “cenizas a las cenizas” – eso ya depende de cómo Dios tire los dados.

La importancia de la crisis de 1873-1933 es indiscutible. Justamente entonces se formaron los principales sujetos (jugadores, agentes) del siglo XX: el capital financiero, su hermano-enemigo el movimiento socialista revolucionario, los servicios secretos, el crimen organizado; precisamente entonces surgieron las principales contradicciones, que tuvo que resolver el siglo XX: germano-británicas, británico-norteamericanas, germano-rusas; justamente entonces fue determinado el orden del día filosófico y científico del siglo XX, se derrumbaron los últimos imperios del Antiguo Régimen, que la burguesía estaba rompiendo desde el siglo XVIII, se formó el capitalismo monopolista del estado, el comunismo – anticapitalismo sistémico, fascismo, nacional-socialismo y los movimientos de liberación nacional. Y, sin embargo, parece más correcto comparar la crisis de la “línea divisoria” de finales del siglo XX – comienzos del XXI no con la crisis “romeiniana”, sino con la crisis de 1490-1560, crisis de una magnitud mucho mayor que la de 1873-1933, y lo más importante – crisis sistémica.

La crisis “romeiniana” era una crisis estructural, se trataba del paso de una estructura capitalista a otra, mientras que a finales del siglo XV – principios del XVI estaba naciendo el propio sistema capitalista, estaban surgiendo sus instituciones básicas: mercado, estado, política etc. Es decir que hacía su aparición aquello que se debilita, se deshace y se muere en las condiciones de la crisis de finales del siglo XX – principios del siglo XXI, uno de cuyos episodios es la crisis económico-financiera que comenzó en 2007. ¿Entonces resulta que la crisis “divisoria” de finales del s. XX – comienzos del XXI es sistémica y representa la crisis y el fin del capitalismo como sistema? En seguida diré que sí y además este proceso no es del todo espontáneo. Es también el resultado de la actuación de la cúspide de la clase capitalista mundial, unas centenares (como máximo mil o mil quinientas) familias, los “señores de los anillos” del Mordor capitalista, quienes están desmontando el capitalismo en su propio interés – para conservar el poder, los privilegios y la riqueza. Pero antes de abordar esta cuestión, vamos a observar otras crisis sistémicas – lo cual es necesario para comprender mejor la crisis que vivimos y que, como un remolino de agua, podría arrastrarnos al Maelstrom (vorágine – N. del T.) de la Historia.

Tres crisis sistémicas


La crisis sistémica más próxima a nosotros cronológicamente es la crisis del feudalismo y la aparición del capitalismo, la crisis del “largo siglo XVI” (1453-1648), cuya fase decisiva recayó en los años 1490-1560. El principal misterio de esta crisis lo constituye la génesis del capitalismo.

Entre las diferentes concepciones acerca de la génesis del capitalismo hay dos fundamentales – las de Karl Marx y las de Max Weber. La visión de Weber del nacimiento del capitalismo del espíritu del protestantismo no se sostiene en primer lugar empíricamente: se basa en el material recopilado acerca de una de las comarcas germanas durante un período cronológico muy corto.

En cuanto a la explicación de Marx surge el siguiente problema. Según la teoría general de Marx, el paso de un sistema a otro – revolución social – se produce cuando las fuerzas productivas del antiguo sistema superan sus relaciones de producción, estas últimas se rompen y surge el nuevo sistema de estas relaciones, que ya son adecuadas a las fuerzas productivas sobrecrecidas. De tener razón Marx, cada nuevo sistema social (“formación”) debería de partir desde un nivel de las fuerzas productivas superior, que el que caracterizaba al anterior sistema. En la realidad histórica sucede justamente al revés. Feudalismo alcanzó el nivel de las fuerzas productivas de la Antigüedad tardía tan solo hacia los siglos XI-XII, es decir que el feudalismo temprano por el desarrollo de sus fuerzas productivas era inferior frente a la Antigüedad tardía; el capitalismo había alcanzado el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas del feudalismo tardío tan solo hacia los principios del siglo XVIII, es decir que durante 300-400 años estuvo alcanzando el pasado. Por lo visto, las raíces de la crisis, así como de la génesis del capitalismo hay que buscarlas – por cierto muy en el espíritu de Marx – en otra cosa, y más concretamente en los intereses de clase de los principales sujetos/agentes que forman el sistema. Los estudios de los últimos decenios han demostrado que precisamente el interés de clase de los feudales (señores) por conservar su poder y los privilegios, su lucha por este objetivo está en el origen de la génesis del capitalismo. Tenía razón Heráclito – “la lucha es el padre de todo”.

¿Cómo había sucedido?


A mediados del siglo XIV Europa fue alcanzada por la peste – la Muerte Negra, que acabó con 20 millones de los 60 millones de la población de entonces, es decir con un tercio de la población. Empezaron a faltar las manos campesinas, la posición contractual socio-económica del campesino (y también del arrendatario y del jornalero) mejoró en su relación con el señor. Los señores intentaron cambiar la situación, y como respuesta obtuvieron hasta tres sublevaciones en los 1378-1382 (“ciompi” en Florencia, “Jacquerie” en Francia, la de Inglaterra al mando de Wat Tyler), en realidad se trataba de la verdadera revolución popular antifeudal que fracturó la espina dorsal al feudalismo europeo-occidental (estrictamente hablando, no hubo ningún otro feudalismo en la historia).

A partir de este momento, en opinión de los investigadores, el vector más probable del desarrollo hubiera sido la evolución de la sociedad europeo-occidental hacia el “paraíso de los kulaks” (campesinos ricos – N. del T.) y el “paraíso burgués”, es decir hacia el sistema social en el que los señores simplemente se convertían en ricos terratenientes o ricos burgueses, perdiendo una parte importantes de sus privilegios y estatus. Los señores se vieron ante el dilema: perder sus privilegios en relación a la masa de la población o cederlos en relación al poder real. Ciertamente, no les gustaban los reyes, mantenían guerras contra ellos, pero los de abajo les pusieron contra la pared, y los señores optaron por la alianza con la corona.

Este esquema se diferencia sustancialmente del liberal-marxista, según el cual la alianza y la lucha conjunta de la corona y los burgueses contra los señores se convirtieron en el fundamento sobre el que “había crecido” el capitalismo. Claro que también tuvo lugar la distribución de las fuerzas sociales de la que hablaban los liberales y marxistas. Pero no era lo principal, lo más importante fue el camino de la conversión de los feudales en capitalistas, su introducción en el mercado mundial que surge en el siglo XVI. Basándose en gran cantidad de material estudiado lo ha mostrado muy bien Richard Lachmann en su trabajo “Capitalistas contra su voluntad”.

El primer resultado de la alianza entre la corona y los señores fue la aparición de las así llamadas “nuevas monarquías” (Luis XI en Francia, Enrique VII en Inglaterra) – estructuras considerablemente más institucionalizadas que las feudales y mucho más represivas; el rey se convertía en el soberano “inmediato” con respecto a todos los súbditos, y no solamente con respecto a sus vasallos, las obligaciones de la nueva nobleza, realmente posfeudal con respecto a la corona eran más pesadas que las mismas durante la época feudal. No existía término para definir a las “nuevas monarquías”, pero fue inventado. Lo hizo Maquiavelo, quien “lanzó” el término lo stato – estado. El estado se convirtió en el poderosísimo arma de los ex-feudales contra los de abajo. Otra arma lo constituyó el ejército de nuevo tipo.

En 1492 Colón descubrió América y a Europa Occidental empezaron a llegar el oro y la plata. Estos medios en primer lugar se invertían en el campo militar. Como resultado se produjo la revolución militar del siglo XVI, surgió una nueva forma de organización militar contra la que los de abajo difícilmente podían luchar. Por otro lado, el descubrimiento de América, hizo que surgiera lo que Marx llamó el “mercado mundial” e I. Wallerstein – el “mundo-sistema europeo” y que en esencia representaba el nuevo sistema de la división internacional – noratlántico – del trabajo, y que ofrecía a los de arriba unas posibilidades cualitativamente nuevas. Los ex-feudales y mercaderes introducidos en este sistema mejoraron considerablemente su situación contractual socio-económica con respecto a los de abajo, porque ahora podían operar en un nivel más alto del espacio económico – el macroregional, mientras que los de abajo permanecían en el nivel local, que dependía del macroregional.

Como resultado de todos estos cambios hacia 1648 en Europa Occidental en el poder en sus distintos niveles permanecía el 90% de las familias que gobernaban la “península” en 1453. De modo que los feudales, persiguiendo sus intereses de clase, desmontaron el feudalismo, para conservar el poder, los privilegios y la riqueza y en el proceso de esta lucha crearon el nuevo sistema. Así que el capitalismo es un producto colateral de la lucha de los feudales por perpetuarse en el futuro con el nuevo “ropaje”. ¿Sorprendente? En absoluto. V.V. Krilov escribía que la lucha de clases es el desarrollo de las fuerzas productivas (en primer lugar sociales) fuera de la esfera de la producción.

La siguiente crisis de la que es necesario hablar es la crisis de la Antigüedad tardía, del sistema esclavista-antiguo (s.s. IV-VI d. de J.C.). Se diferencia en muchos aspectos de la crisis del feudalismo tardío. Señalaré lo más importante. En primer lugar, el esclavismo de la Antigüedad era un sistema extensivo (orientado hacia la extensión), necesitaba expanderse y tener periferia. El feudalismo orientado intensivamente no la necesitaba. En segundo lugar, a lo largo de la crisis de la Antigüedad tardía la cúspide del Imperio Romano de Occidente fue aniquilada, dispersada o absorbida por la élite de las tribus bárbaras. Entre la élite de la Antigüedad tardía y la del feudalismo temprano falta la sucesión, y entre el fin de Antigüedad y el comienzo del feudalismo están los Siglos Oscuros (s.s. VI-VIII d. de J.C.).

La crisis de la Antigüedad tardía, a diferencia de la crisis del feudalismo tardío, constituye el ejemplo de la actuación equivocada de la élite gobernante y del derrumbe de todo el sistema junto con ella. También es significativo que la crisis del feudalismo, que terminó con su desmontaje, no aniquiló a la civilización occidental – el capitalismo se convirtió (aunque con matices) en la siguiente fase de su desarrollo, mientras que la crisis de la sociedad esclavista-antigua acabó en el derrumbe de la civilización de la Antigüedad, es decir que además fue una crisis civilizatoria, a diferencia de la feudal (la crisis del “largo siglo XVI” fue una crisis interna de la civilización).

La tercera crisis de la que vamos a hablar (y el tercer tipo de crisis) fue la crisis del Paleolítico superior (25 mil – 10 mil a. de J.C.). Seguramente, fue la crisis de los recursos demográficos (socio-biosférica) más terrible. Duró 15 mil años, puso el punto y final a varios centenares de miles de años del paleolítico y abarcó a casi todo el planeta, o más exactamente, a su parte habitada. Su resultado fue la reducción de la población mundial en un 80%, la decadencia y degradación de la sociedad y cultura. La salida de la crisis fue a través de la así llamada “revolución neolítica” – la aparición de la agricultura, ganadería, de las ciudades, clases etc., en una palabra – de la Civilización.

De modo, que tenemos ante nosotros tres crisis diferentes: la crisis sistémica de la formación; sistémica de la formación-civilización (“civilización” en el sentido estricto, concreto) y sistémica de carácter socio-biosférico, que sustituyó un tipo de “Juego de la Sociedad con la Naturaleza” (S. Lem) – Paleolítico, por otro – Civilización.

Ahora, después de haber visto las tres crisis sistémicas, veamos lo que ocurre en el mundo de hoy, o más exactamente, lo que está ocurriendo desde los años 1970. En realidad, ante nuestros ojos desaparece el mundo, surgido entre los años 1870-1930 y que floreció en los “gloriosos treinta años” (Jean Fourastié) 1945-1975.

Desmontaje del capitalismo


Se debilita y entra en decadencia la nación-estado; empeora la situación de las capas medias y trabajadoras incluso del núcleo del sistema capitalista, sin hablar de sus capas bajas y de la periferia; se encoge la sociedad civil – tanto por su posibilidad de influir sobre el poder a nivel nacional, sin hablar del nivel global, como por su esencia: muchas sociedades occidentales de las sociedades de ciudadanos se convierten en las sociedades de comunidades y de minorías, es decir que se convierten en posoccidentales; la política se convierte cada vez más en la combinación del sistema administrativo y del show business; el mercado es sustituido por el monopolio; entra en decadencia el conocimiento racional, se trata tanto de las ideologías progresistas del marxismo y del liberalismo que eran elementos de la geocultura de la Ilustración, como también de la ciencia – aparecen libros con títulos simbólicos “Fin del progreso”, “Exequias por la Ilustración”; a marchas forzadas degrada la ciencia sobre la sociedad (falta de la teoría, especialización en temas pequeños) y la educación; el sistema de Boloña socava a la universidad como fenómeno de la Época Moderna; la decadencia de la moral cristiana salta a la vista – en realidad vivimos en la sociedad poscristiana; en el mundo crece el número de la gente del basurero/chabolas – los “nuevos desechados”, entre la que están madurando las uvas de la ira.

¿Por qué ocurre todo esto? En parte los procesos descritos tienen un carácter espontáneo, en parte – proyectado, es decir que son la consecuencia de una acción consciente. ¿De quién?

En 1975 vio la luz el informe “La crisis de la democracia”, escrito por encargo de la Comisión Trilateral por S. Huntington, M. Crozier y J. Watanuki. En este informe se fijan nítidamente las amenazas para la clase dominante – en primer lugar, el que contra ella comienza a trabajar la democracia y welfare state (estado del bienestar social), que tomaron forma en la posguerra. Bajo la crisis de la democracia no se entendía la crisis de la democracia como tal, sino el desarrollo de la democracia que no era favorable para la cúspide de la pirámide social.

En este informe se afirmaba que el desarrollo de la democracia en Occidente lleva a la disminución del poder del gobierno, que distintos grupos de población, aprovechando la democracia, habían comenzado a reivindicar los derechos y privilegios a los que nunca antes aspiraron, y que semejantes “excesos de la democracia” suponían un desafío para el sistema de gobierno establecido. Los autores escribían que la amenaza al gobierno democrático en los EE.UU. no provenía del exterior, su fuente era “la dinámica interna de la propia democracia dentro de una sociedad móvil, con el nivel elevado de educación, que se caracteriza por el alto grado de la participación (política – A. Fúrsov)”. Y como conclusión: había que favorecer la no implicación (noninvolvement) de las masas en la política, provocar cierta apatía, frenar la democracia, partiendo de que no es más que una forma de organizar el poder, y que tampoco es universal: “En muchos casos la necesidad de tener conocimientos de experto, la superioridad en el estatus y el rango (seniority), experiencia y capacidad especial pueden ganar frente a las pretensiones de la democracia como método de constitución del poder”.

La necesitad de debilitar a la democracia y a la clase media suponía también la necesidad de debilitar las instituciones básicas de la sociedad capitalista, y en realidad – su desmontaje. Se trata de los elementos como la nación-estado, política, sociedad civil, conocimiento racional. En otras palabras, se trata del capitalismo. Aquí es necesario señalar que, a pesar de lo que muchos creen, el capitalismo no es simplemente el triunfo del capital, el capital existía antes del capitalismo y existirá después.

El capitalismo es un complejo sistema institucional, que limita al capital en su propio interés a largo plazo y que asegura (en primer lugar con la ayuda del estado) su expansión en el espacio. Esto último es de vital importancia para el capitalismo debido a su orientación extensiva. El capitalismo no puede ser de otra manera, porque resuelve muchas de sus contradicciones, trasladándolas fuera de su propio marco y creciendo en el espacio.

En cuanto desciende la norma mundial de las ganancias, el capitalismo coge, arranca un trozo de la zona no capitalista y lo convierte en la periferia capitalista – fuente de mano de obra barata y mercado para sus mercancías. Y así hasta el siguiente descenso serio en la norma del beneficio; de ahí el colonialismo, la expansión colonial que no transcurría paulatinamente, sino a saltos. Subrayemos: para funcionar con normalidad el capitalismo necesita la zona no capitalista, que convierte en la periferia capitalista y sin la cual tampoco puede existir – al igual que ocurría con el sistema esclavista de la Antigüedad. Entre otras cosas, la explotación de la periferia ayuda a mantener la paz social en el centro del sistema (su “núcleo”), a mantener un determinado nivel de vida para la mayoría de su población. (La crisis global sistémica del capitalismo, debido a la imposibilidad de seguir creciendo – el mercado ya es global y la superficie del planeta es finita – es explicada detalladamente en los trabajos del economista ruso Mikhail Khazin – N. del T.). Y los limitadores del capital en el propio núcleo son, como ya hemos señalado, la nación-estado, la política, sociedad civil y otra serie de formas e instituciones. Y, como sabemos, precisamente esas instituciones y los grupos sociales relacionados con ellas están siendo destruidas/desmontados desde los mediados de los años 1970. El desmontaje de estas instituciones representa en realidad el desmontaje del capitalismo como sistema, llevado a cabo por la cúspide transnacional (mundial) con el fin de conservar su poder (control mundial), privilegios y riquezas desde los años 1970. Este proceso se aceleró en los 1990 y, por lo visto, se acelerará todavía más en los años 2010.

¿Cuáles son las causas de este proceso?


La primera causa tiene un claro carácter de clase. En el límite de los años 1960-1970 la cúspide de la burguesía dentro del núcleo del sistema capitalista en las condiciones del crecimiento del bienestar económico y de la influencia política de las clases media y obrera, de los partidos de izquierda, del aumento de las “dimensiones” de la nación-estado en el formato de welfare state quedó en una situación parecida a la de los feudales del siglo XV. Y fue dado un paso análogo – el desmontaje del sistema. Pero si los feudales no sabían lo que hacían, y actuaban guiados por el instinto social, los burgueses, para los que trabajan miles de “fábricas del pensamiento” (“think tanks”) iniciaron el desmontaje conscientemente, aunque es probable que en un principio se pensó en el desmontaje de algunos elementos y no de todo el sistema. Pero muy pronto la perspectiva sistémica quedó clara.

Y quedó clara con la globalización, sobre todo después del derrumbe del principal bastión del “anticapitalismo sistémico” – de la URSS. La globalización (de los capitales) – “hija” de la Revolución Científico-Técnica y “nieta” de la guerra fría – representa la victoria total del capital, que se convierte en una señal electrónica y supera prácticamente todas las barreras (espaciales, sociales, políticas); lo real no puede controlar lo virtual – pertenecen a distintos niveles (pero lo contrario sí es posible). Todo el mundo se ha convertido en capitalista-neoliberal, incluyendo a la URSS, Europa Oriental, China. ¡En todas partes capital(ismo)! ¡Victoria! Pero como había escrito el poeta N. Korhavin en otra ocasión “Su victoria fue su desgracia/Detrás se abría el vacío”. La zona no capitalista ha desaparecido y ahora el capital(ismo) ya no puede resolver sus problemas, sacándolos fuera – no hay dónde. Y las guerras como las de 1914-1918 y 1939-1945 tampoco son posibles.

¿Qué va a hacer el pobre capitalismo? ¿Dónde buscar las fuentes para la futura acumulación del capital? Solo puede buscarlas dentro de sí mismo. Pero el caso es que el capitalismo es un sistema orientado extensivamente y no intensivamente, está institucionalmente “afinado” para la extensión, y su reorientación, el “reformateo de la Matriz” exige el desmontaje de los elementos que forman el sistema, es decir el desmontaje del propio sistema y la creación del otro en su lugar, que tipológicamente, por su nicho-equivalencia será parecido al feudalismo, o más exactamente, supondrá el retorno a sus principios organizativos en un nuevo giro más alto de la “espiral del desarrollo” – y con la corrección de que ya no se va a tratar únicamente de la sociedad occidental, cristiana y local. El agotamiento del espacio terrestre debido a la globalización se ha convertido en otra causa, intereses de clase aparte, del desmontaje del capitalismo.

Así que tenemos el desmontaje del capitalismo realizado por su cúspide “a la” desmontaje del feudalismo en 1453-1648. ¿Pero lo han pensado todo los señores de sus anillos y su servidumbre intelectual? Tengo una mala noticia para los “desmontadores”: el feudalismo no tenía periferia, cuya existencia cambia fundamentalmente tanto la esencia de la crisis, como el proceso del desmontaje, y el vector de su desarrollo. Al incluir en sus procesos, en el mercado mundial a gigantescas masas de población, a todo el planeta, el capitalismo demográficamente ha creado a su periferia afro-asiática y latinoamericana elevando los niveles de población hasta los límites que no hubiera alcanzado por sí misma. Y ahora esta periferia capitalista que ya no le hace falta al núcleo, como ocurría en los “buenos viejos tiempos del capitalismo”, no va a desaparecer así como así. Presiona al núcleo, el Sur penetra en el Norte, crea sus enclaves y lo desgasta; lo que A.J. Toynbee junior llamaba “unión del proletariado interior y exterior”, favorece la periferización del núcleo, su conquista por la periferia, con la amenaza directa y clara si no del cambio, sí de la sustancial modificación de las élites, al menos de gran parte de ellas. De tal manera que el intento del desmontaje del capitalismo “a la” desmontaje del feudalismo desemboca en una crisis del tipo de la Antigüedad tardía y no tardofeudal, o más exactamente, combina los rasgos y cualidades de ambas.

Pero eso aún no es todo. Hay otra mala noticia.


El capitalismo es un sistema global, planetario, basado no solamente en la explotación del hombre, sino también de la naturaleza. Al incluir en sus procesos económico-productivos a la biosfera en su conjunto, el capitalismo la ha llevado al estado de la crisis ecológica global, y a la humanidad a la crisis de los recursos. Tipológicamente algo similar no había ocurrido desde los tiempos de la crisis del Paleolítico superior. Claro que las dimensiones actuales son incomparables con la crisis paleolítica. Como resultado tenemos la crisis-muñeca rusa (matrioska), crisis-dominó, cuando una crisis conlleva la otra, todavía mayor y más destructiva.

Además la crisis-desmontaje del capitalismo actual no se agota con los rasgos de las tres crisis descritas. Su crisis automáticamente significa varias crisis más. En primer lugar, es la crisis de la civilización occidental tal y como se había formado a lo largo de los últimos mil años. En segundo lugar, es la crisis del cristianismo en sus diferentes aspectos: el particular (crisis de la visión protestante del trabajo sobre el fondo de las tendencias hacia el hedonismo que crecen rápidamente, consumismo, el “no hacer nada” más o menos activo, tanto por parte de los de arriba, como de los de abajo), y el general (crisis del tipo cristiano de personalidad), crisis del proyecto. De esta última vale la pena hablar más específicamente, porque la crisis del capitalismo de finales del siglo XX – comienzos del XXI también es la crisis del proyecto bíblico.

A lo largo de dos mil años la cúpula de la sociedad (primero mediterránea, luego europea, y en los s.s. XIX-XX – mundial), aprovechando y adaptando a sus necesidades el proyecto contestatario-emancipador de Jesucristo y al mismo tiempo ahogándolo (ideológicamente con la ayuda del Viejo Testamento, organizativamente – con la ayuda de la iglesia cristiana), lo había convertido en el proyecto bíblico. El proyecto bíblico como la manera de mantener en vereda al “pequeño hombre” principalmente desde su propio interior (interiorización del control) sustituyó al proyecto egipcio antiguo, plasmado por última vez en el Imperio Romano, con su acento en el control externo. A pesar de que el proyecto bíblico tuvo muchos altibajos (la separación del catolicismo de la ortodoxia con fines políticos; aparición del protestantismo como el comienzo de la judaización del cristianismo; aparición de la Ilustración panteísta y atea y de sus “ramificaciones” – liberalismo y sobre todo marxismo no simplemente como una versión secular, sino descristianizada del proyecto bíblico), a lo largo de casi dos mil años, aunque cada vez peor, pero siguió cumpliendo con los objetivos para los que fue creado. A partir del último tercio del siglo XX el proyecto bíblico dejó de funcionar. Los “desmontadores” del capitalismo tendrán que crear no simplemente un nuevo sistema, sino un nuevo proyecto. El globofascismo de los “neocones” – esos izquierdistas que han pasado por la “escuela de derechas” de Leo Strauss y se han empapado de Platón, difícilmente va a servir.

En tercer lugar, la crisis del capitalismo es la crisis de la Civilización, es decir de la civilización humana tal y como existe los últimos 10-12 mil años (13.653 siguiendo la cronología hindú; 13.542 siguiendo la cronología egipcia antigua y asiria; 10.498-10.499 según la cronología de los olmecas y los mayas). Defino la época de la civilización terrestre como la Época (o Tiempo) de las Pirámides y de la Esfinge: los datos arqueológicos de los últimos decenios testimonian que la edad de las pirámides y, sobre todo, de la Esfinge es más antigua de lo que se suponía, estas construcciones están fechadas en 8-10 mil años antes de nuestra era y por lo visto fueron construidas por los representantes de la civilización anterior a la egipcia.

El mundo de las Pirámides llega a su fin junto con el capitalismo. La revolución científico-técnica, gracias a la cual los factores informáticos (no materiales) comienzan a dominar sobre los materiales – no es una segunda revolución industrial, sino algo más serio, comparable por sus consecuencias con la revolución neolítica (por primera vez en la Historia la clase dominante tiene el acceso al interior de la conciencia humana a través de su conexión al permanente flujo de la información. Con los métodos de control neurolingüístico se logra borrar la frontera nítida entre el exterior y el interior de la mente, entre lo real y lo virtual, convirtiéndola en la “cinta de Moebius”; el triunfo de la “economía intelectual” hará imposible de raíz cualquier futura protesta, anulando el “Yo” del ser humano – N. del T.).

El mundo vive sus últimos decenios relativamente tranquilos anteriores a la crisis-muñeca rusa, que no tiene otra crisis análoga y que, seguramente, barrerá no solo el capitalismo con sus amigos y enemigos, sino a toda la civilización posneolítica. Y si la humanidad consigue superarla, incluso a costa de haberse reducido a mil millones o quinientos millones, la nueva sociedad será no menos distinta de la Civilización (del Mundo de las Pirámides – en el sentido de que las pirámides egipcias son el principal símbolo de la época posneolítica), que ésta del Paleolítico (…)

En quinto lugar, en la agenda del día podría aparecer la crisis del homo sapiens. Una cosa era la crisis de la biosfera hace 25 mil años, y otra muy distinta sucede hoy – en un planeta, lleno de estaciones de energía atómica, armas bacteriológicas y otras, con la población de 6,6 mil millones (hacia 2030 serán 8 mil millones). La catástrofe planetaria podría acabar con toda la población, o dejar tal huella, que el futuro “desarrollo” solo sea posible en forma de degradación. De esta manera, el desmontaje del capitalismo abrió la caja nunca imaginada de una Pandora nunca imaginada con las consecuencias nunca imaginadas. Y todavía no hemos dicho nada sobre el aumento de la actividad geovolcánica en el s. XXI (con el pico máximo en el s. XXII), ni sobre el inevitable cambio en la dirección del eje de la Tierra (que ocurre cada 12-15 mil años, la última vez sucedió hace 12-13 mil años), ni de que termina el “largo verano” – el tiempo cálido de diez mil años de duración dentro del período de cien mil años – 90 mil recaen en el período de glaciación.

Claro que se puede eludir todo esto, diciendo que se trata de meter el miedo con los catastrofismos, de subrayar la “visión negra” (S. Lem). Pero es mejor vivir según el principio “quien está avisado, está armado”, que convertirse en la víctima del “síndrome de Sidonio Apolinario”, es decir ignorar totalmente la amenaza pendiente.

¿Qué variantes hay del desarrollo posterior a la crisis – si es que, claro está, se logra salir de ella de manera menos catastrófica? Teóricamente hay varias variantes. (…) En realidad el nuevo sistema será seguramente futuro-arcaico – el mundo de las tecnologías ultramodernas convivirá con las estructuras neoarcaicas y hasta neobárbaras.

Lo mismo que en los siglos XIV-XVI, en el planeta habrá un mosaico de diferentes formas de organización social, económica y del poder. Será un mundo de contrastes: junto con los ultramodernos enclaves de “región-economías” (Keniche Ohmae) convivirán zonas en proceso de desmodernización, arcaicas e incluso asociales. La época capitalista, sobre todo su fase modernista, parecerá como un tiempo fantástico, que muy pronto será mitologizado. El ritmo del desarrollo del mundo poscapitalista, poscivilizacional será considerablemente inferior al del sistema capitalista, y probablemente de toda la Época de las Pirámides en su totalidad. Probablemente, la Civilización no fue más que una breve exponente entre las dos asíntotas – el Paleolítico, y lo que viene a suceder a la Civilización. ¿Es triste? Sí. Pero es triste desde el punto de vista de la Ilustración, del proyecto bíblico y del cristianismo, de los que hay que despedirse, - vixerunt. El futuro no es una continuación lineal de la época del capitalismo y ni siquiera de la Época de las Pirámides, es algo distinto, más complejo y a la vez más sencillo.

El desarrollo del nuevo sistema, y como la mayoría de los sistemas sociales durará 600, máximo 1000 años, transcurrirá en medio de las cada vez peores condiciones naturales, por lo que es bastante probable, o tal vez inevitable el aumento de la barbarización y arcaización en diferentes partes del planeta. En cualquier caso uno de los objetivos más importantes para los hombres de este futuro poco amable será la conservación de los conocimientos y la preparación para las catástrofes naturales, en primer lugar – para el nuevo período de glaciación. Pero por este poco amable futuro de los siglos XXIII-XXX (?) todavía habrá que luchar en los siglos XXI – XXII, y también hoy.

¿Qué se puede oponer a los “desmontadores”? Ni mucho, ni poco – la voluntad y la razón. La razón – es el nuevo conocimiento racional sobre el mundo. Nueva ética y nuevo conocimiento – son el escudo y la espada frente a la civilización de los cambistas. ¿Así la victoria estará garantizada? No. La victoria se obtiene luchando. Pero esto garantiza la voluntad de la victoria y la dignidad como el estado de la mente y del alma. Y la esperanza de que vamos a superar la crisis, en la que se sumerge el capitalismo y la civilización occidental, que nos quedaremos en el barco, que surca las olas del Océano del Tiempo, en el que se sumerge la Época de las Pirámides.

Andrei Fúrsov (n.1951) es historiador, sociólogo y publicista. Autor de numerosas monografías científicas y del libro “Campanas de la historia” (Moscú, 1996). Sus intereses científicos se centran en la metodología de los estudios histórico-sociales, teoría e historia de sistemas sociales complejos, particularidades del sujeto histórico, fenómeno del poder (y la lucha mundial por el poder, la información y los recursos)
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Tomado de Rebelion

lunes, 3 de junio de 2013

Los límites del desarrollo tecnológico y la transición a una nueva economía

Enric Llopis, Rebelión

El desarrollo de la tecnología ha supuesto históricamente, en el sistema económico capitalista, la eliminación de mano de obra y, por otra parte, la generación de crisis de sobreproducción. Pero sobre todo, mayores beneficios para el capital ligados a la inversión tecnológica. Sin embargo, hay un punto en que la innovación en tecnología resulta cada vez menos rentable y es, por tanto, más difícil incrementar la tasa de ganancia por parte del empresario. Es en esta coyuntura-límite en la que actualmente nos encontramos. Tarde o temprano, en este escenario, el sistema hace crisis. Y emerge una nueva racionalidad económica (postcapitalista), que puede asimismo implicar cambios en las relaciones de poder a escala global.

El director del Observatorio Internacional de la Crisis, Wim Dierckxsens sitúa la tecnología en el centro del análisis sobre la economía capitalista, su evolución, crisis y perspectivas. El investigador holandés, que lleva más de 40 años residiendo y trabajando en América Latina, ha impartido una conferencia en la Academia de Pensamiento Crítico de Socialismo 21, con el título “Crisis capitalista y alternativas”. Wim Dierckxsens es autor de trabajos como “Los límites de un capitalismo sin ciudadanía”, “Del neoliberalismo al postcapitalismo”, “El ocaso del capitalismo y la utopía reencontrada” y “Guerra global, resistencia mundial y alternativas”, entre otros.

La salida keynesiana a la crisis del 29 se fundamentó, entre otros principios básicos, en el estímulo de la demanda interna para vitalizar las economías. En el contexto de estas “políticas del lado de la demanda” se empezó a proponer en Estados Unidos (incluso se habló de obligar) el acortamiento de la vida útil de los productos, es decir, la “obsolescencia programada”. Antes, en 1924, un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de bombillas de Estados Unidos y Europa pactó limitar la vida útil de éstas a mil horas. Cuanto antes caducaran las cosas (incluidas tecnología, maquinaria y edificios), se pensaba, mayor sería el incremento de la demanda, la producción y la tasa de beneficios.

Pero es realmente en la década de los 50 cuando se aplica mayormente el criterio de la “obsolescencia programada”, vinculado a economías capitalistas de consumo “en masa” en los que la publicidad y el crédito desempeñan un rol decisivo. Las economías norteamericana y europea dieron muestras de vigor hasta finales de los 60 y principios de los 70 del siglo XX. Hoy, el modelo ofrece síntomas de palmario agotamiento, según Wim Dierckxsens: “todo está obsoleto apenas lo compramos; la vida útil de las cosas es cada vez más cercana a cero”. El sociólogo holandés asimila la inversión de estas lógicas al ingreso en una nueva racionalidad económica postcapitalista.

La “obsolescencia programada” afecta a todos los elementos del proceso productivo. De hecho, la vida útil de los equipos tecnológicos, máquinas y edificios a los que dan uso las empresas es cada vez más corta. Nada que ver con la producción “a largo plazo” que inspiraba, antes de la segunda guerra mundial o del periodo keynesiano, a los tendidos ferroviarios o la máquina de vapor. “Se hacían con el objetivo de que tuvieran ”, ironiza el sociólogo. Los procesos de renovación permanente de maquinaria, innovación tecnológica y creciente caducidad tuvieron su exponente máximo en Estados Unidos y Europa. Hasta que en la década de los 70, Japón hizo bandera de estos procedimientos y, según Dierckxsens, “entró en una crisis de la que no ha podido salir”.

El problema, agrega el investigador neerlandés, es que cuando la duración útil de la tecnología punta se acerca a cero, el capitalista no tiene tiempo (y más aún en un contexto de competencia creciente) de amortizar su inversión. Además, le resulta imposible compensar estos costes tecnológicos aumentando el precio de los productos, pues ello implicaría una mengua de su capacidad para competir. Una de las salidas recurrentes consiste en abaratar el coste de la mano de obra o “deslocalizarse” hacia países con un abundante “ejército de reserva” laboral. Por ejemplo, China, que a juicio del investigador holandés, “corre el riesgo de vivir un proceso parecido al de Japón en los 70; a China llegan inversiones en tecnología punta de otros países, con una vida útil menor, pero que se compensa por que disponen de mano de obra más barata”.

La “obsolescencia programada” ofrece múltiples aristas. Algunas de ellas, con notorias implicaciones ecológicas. Wim Dierckxsens apunta que el vigente sistema productivo “necesita explotar los recursos naturales a mayor velocidad”, dado que la producción y el consumo tienen un carácter efímero y la competencia es creciente. El hecho de que se haya alcanzado el “pico” del petróleo o el impacto de la “huella ecológica” abundan en esta idea. Pero no se trata sólo de la depredación de recursos naturales. Cuestión capital es que se hallan en los países del Sur. “Occidente no es sólo cada vez más dependiente del Sur en materia energética (petróleo), sino también de minerales y metales en general; y, sobre todo, de los más estratégicos. Con ello, las condiciones objetivas para establecer nuevas relaciones de poder están dadas”, afirma Dierckxsens.

Esta concentración de metales, minerales y fuentes de energía en el Sur ha permitido (en el caso de América Latina) que en los últimos años se beneficiaran del incremento al alza de los precios de intercambio. El asunto no es baladí. Un trabajo de Jeremy Grantham apunta que de los 15 países más dotados en metales y minerales, los primeros lugares corresponden a los países BRICS (el primero, África del Sur; en segundo lugar, Rusia; el quinto, Brasil; el sexto, China; y, en la undécima posición, India); en la misma lista figuran cuatro países latinoamericanos: Brasil, Chile, Perú y México. Un estudio de la British Geological Society (septiembre de 2011), citado en el artículo “Horizontes de otra racionalidad económica” de Dierckxsens, detalla que China lidera la producción global de casi todos los “metales raros” y es responsable de la extracción de casi la mitad de estos.

La escasez de materiales utilizados en las “tecnologías emergentes verdes” los convierte asimismo en prioritarios. Un informe de la Comisión Europea y PriceWaterhouseCoopers (citado por Wim Dierckxsens), identifica para el desarrollo de estas tecnologías 14 materias primas, cuya localización reviste gran importancia geopolítica: Antimonio (China, África del Sur, Bolivia y México); Berilio (Estados Unidos, Rusia y China); Cobalto (producido en un 90% en la República Democrática del Congo, y también en Zambia); Fluorita (China, México y Mongolia); Germanio (China y Rusia); Indio (China, Corea y Japón); Grafito (China, Corea y la India); el tántalo y el tungsteno se obtienen casi únicamente en China.

Además, en China, subraya el sociólogo holandés, “se hallan algunos materiales muy estratégicos, como las llamadas “tierras raras”; sólo los produce China. Desde los paneles solares, pasando por los molinos de viento o los discos duros de las computadoras hasta en los misiles, se usan estos materiales de los que Europa, Japón y Estados Unidos son totalmente dependientes; en los últimos años, algunas han visto multiplicar su precio un 1.500% por su difícil acceso”. No por casualidad, añade, “los buques de guerra norteamericanos no se encuentran ya tan concentrados en el Golfo Pérsico, pues progresivamente el foco se ha desplazado al Mar de China”.

Es en este contexto en el que pueden atisbarse elementos de una nueva racionalidad económica postcapitalista. América Latina cuenta con potencial para impulsar estos cambios a escala global, asegura Wim Dierckxsens. Por diferentes razones. Igual que China “asienta su trasero” sobre los recursos naturales de que dispone, la mayor parte de las luchas sociales en Latinoamérica se desarrollan en torno a la defensa de estos mismos recursos, frente a los intereses de los estados (en algunos casos) y las compañías transnacionales. Precisamente en este punto reside la gran oportunidad: que las luchas populares y los gobiernos progresistas consigan revertir las dinámicas extractivistas. Bolivia dispone actualmente de las mayores reservas mundiales de litio (suma el 85% junto con Argentina, y Chile), un mineral escaso y esencial para alimentar baterías de ordenadores y teléfonos móviles; y para el desarrollo de la energía eólica y el automóvil eléctrico. Señala Wim Dierckxsens que Bolivia, Argentina, Chile, Australia y China podrían constituir una Organización de Países Productores de Litio (OPPL), con capacidad para regular los precios de este material, al igual que la OPEP con el petróleo. “La unión de los países productores de metales y minerales cada vez más escasos, tarde o temprano, permitirá invertir las relaciones de poder de negociación”, añade.

Por esta razón, según el sociólogo holandés, nos hallamos en una etapa de transición hacia una nueva racionalidad económica, que se puede romper por el eslabón aparentemente más débil, América Latina. “La escasez de recursos naturales estratégicos en Occidente obligará a reciclar los recursos escasos y a la prolongación de la vida media de los productos finales, además de un uso creciente de bienes de consumo comunales”, afirma. Esta demanda colectiva de bienes camina en dirección antagónica tanto de las lógicas keynesianas como del principio de la “obsolescencia programada.

En definitiva, Wim Dierckxsens propone como salida el “crecimiento negativo” o el “decrecimiento”, “aunque ello implique que te expulsen de los colegios de economistas”. La alternativa consistiría, asimismo, en incorporar las nociones del “buen vivir indígena” y el “bien común” (la cosmovisión indígena en general) frente a las lógicas de acumulación capitalista. Pero sin olvidar, remata el director del observatorio Internacional de la Crisis, que cuanto más estratégicos sean las recursos, mayor capacidad tienen los países del Sur de asfixiar la racionalidad económica vigente. Y el Norte, a su vez, para no dejarse arrebatar la hegemonía, no tendrá otra opción para acceder a las materias primas escasas que la vía militar (Estados Unidos sitúa las bases militares en torno a las zonas más ricas del planeta en recursos naturales).

domingo, 2 de junio de 2013

CHISTES

EL DOCTOR Y LA PACIENTE
- Una paciente de ochenta años en la consulta médica
y le pregunta a su doctor:  Oiga doctor, mire es que me canso muchísimo, la calle donde vivo tiene una ligera pendiente, y llegar a mi casa es un suplicio, me fatigo muchisimo,? Que me aconseja que puedo tomar ?
- El medico le responde:
Señora coja un taxi o cambie de casa, que es octogenaria y no esta para corridas.

El VIEJO CANTANTE
Un señor ya muy mayor, estaba en la calle cantando una canción, de pronto estornuda y se
le cae la dentadura, y pasa un tipo cachondón y le dice:
! Artista....que se le a caído la cassette!

LA CALCULADORA
La Guardia Civil de tráfico, para a un coche , y dentro un gitano, la benemérita le pregunta que lleva en el maletero.
El gitano responde "Una calculadora".
El guardia abre el maletero y descubre una ametralladora.
¿esto es una calculadora?.
"Bueno, quizá no lo aparente pero sirve para ajustar las cuentas..."

LA FIDELITAT
Manolo es va desperta a casa amb una ressaca monumental.
S'esforça a obrir els ulls, i el primer que veu és un parell d'aspirines i
un got d'aigua a la tauleta de nit.
S'asseu i veu la seva roba tota ben neta i planxada damunt la comoda.
mira al voltant de l'habitació i veu que tot està en perfecte ordre
i net. La resta de la casa està igual.
Manolo es pren les aspirines i veu una nota sobre la taula:
"Amor meu, l'esmorzar és a la cuina, vaig sortir d'hora per fer unes
compres. T'estimo. "
Així que va a la cuina, i allà estava l'esmorzar i el diari del dia
esperant.
La seva filla també està en la taula, esmorzant.
Manuel li pregunta,
"Filla, què va passar ahir a la nit?"
La seva filla li contesta:
", doncs vas tornar després de les 3 de la matinada, borratxo perdut, vas trencar
algunes coses, vas vomitar al passadís i al bany  vas trencar el jarro de la agüela tiranlo contra la porta. "
Confós, Manuel pregunta:
"I com és que tot està tan net i ordenat, i l'esmorzar esperant-me a taula? "
La seva filla contesta:
"Ah, això vols saber! ... La mare com va poder et va arrossegar cap al dormitori i quan va intentar treure't
els pantalons, tu li vas cridar exclamante:

¡... "SOLTAM, SOLTAM QUE SÓC UN HOME CASAT ...!"

BEBER Y BEBER - si bebes,no conduzcas...podrías vomitar el cubata y no esta la cosa para despilfarrar

Nouriel Roubini: "España aún no toca fondo"

Nouriel Roubini, El Economista

Dejar el euro tal vez sería una catástrofe a corto plazo, pero no a largo. España aún no ha tocado fondo.
"Es una pesadilla que desaparecerá por la mañana. Los recursos [capital y trabajo] son tan fértiles y productivos como antes. Somos igual de capaces que nunca de permitirnos una alta calidad de vida para todos. Antes no vivíamos engañados, pero hoy nos encontramos metidos en un lío colosal; nos hemos equivocado con el control de una máquina delicada, cuyo funcionamiento no entendemos. El resultado es que nuestras posibilidades de riqueza se pueden desperdiciar durante un tiempo, tal vez largo".
Esta cita, escrita por John Maynard Keynes hace 83 años sobre la economía global en los años treinta, se adapta perfectamente a España en 2013. La recesión española se está convirtiendo en una depresión. La contracción de doble ola en marcha muestra pocos signos de desaparecer, después de que el primer golpe internacional produjera una recuperación tibia. El PIB nacional se sitúa en los niveles de 2005 y la producción industrial es la misma que en 1995. Aunque otros países con problemas se quejan de lo que van a tardar en alcanzar los antiguos máximos, España (al igual que Italia, Portugal y Grecia) no han tocado fondo aún.

El desempleo supera el 27 por ciento y sigue subiendo, con casi la mitad de los parados sin empleo desde hace tres años o más. El paro juvenil es del 57 por ciento, aunque esa cifra está en parte inflada por la fuga de cerebros y la emigración. Cientos de miles de jóvenes ya se han marchado y muchos no volverán.

Las lecturas de la confianza empresarial siguen siendo muy negativas, pero la de los consumidores es peor. Aún así, ambos datos mejoran de espantosos a simplemente pésimos. El Partido Popular en el gobierno y los socialistas en la oposición suscitan recelo por igual y están enredados en diversos escándalos de corrupción. El capitalismo nepotista sigue imperando, aunque España posee un puñado de empresas privadas de primer rango. En los mercados financieros, las acciones han subido un 50 por ciento del fondo, pero siguen casi un 50 por ciento por debajo de sus niveles en 2007. El Tesoro puede emitir bonos con rendimientos mínimos históricos del 1-2 por ciento y, a la vez, los bonos a diez años se comercian casi un 3 por ciento por encima de los alemanes.

La espiral funesta entre los bancos y la deuda pública no se ha roto porque la recesión se agrava y aumentan los préstamos morosos. Harán falta más inyecciones de capital, pero el uso del Fondo Europeo de Estabilidad (FEEF) para la inyección directa de capital es muy improbable, dada la aversión alemana a enganchar a los contribuyentes en las pérdidas de legado. Por otro lado, los bancos están repletos de bonos del Estado, alentados por la ponderación de riesgo nulo y la OFMPL barata. En nuestra opinión, la forma de interpretar los mercados (pese a las últimas mejoras) es que los inversores esperan pocas ganancias, quiebras, disolución y muchas bazas de que el Gobierno impague o reestructure sus obligaciones.

¿La economía española está sufriendo una mera resaca tras una década de fiesta, con un crecimiento del 84 por ciento del PIB nominal en 1999-2007, de más del 3,9 por ciento anual en términos reales? Está claro que los 4,4 millones de personas que se han quedado sin trabajo desde 2007 y que suponen un desempleo total de más de seis millones no han olvidado de repente sus capacidades y destrezas (menos de uno de cada de diez parados pertenece a la construcción, un sector ahora moribundo en el que no se puede esperar mucha recuperación). El aprovechamiento de la capacidad es del 73,1 por ciento e implica que un 10 por ciento de la producción industrial normal está parado por insuficiente demanda. Se han realizado verdaderas reformas en el sector financiero y en los mercados de trabajo y producto, que elevan el crecimiento potencial y reducen el impulso del paro, pero esos esfuerzos equivalen a mejorar la eficiencia del motor y el rendimiento de los neumáticos de un coche estrellado en la cuneta, sin carburante ni batería.

Por supuesto, a largo plazo cobrará importancia, pero yerra el tiro hasta que el crecimiento vuelva. Dado que las reformas estructurales pueden provocar un desempleo inicial, se puede debatir si no es más fácil e incluso más sensato implementarlas cuando se vuelva a crecer. En general, España tiene que mejorar y lo acabará haciendo al final, aunque parte del milagro económico fuese un espejismo y los últimos años hayan infligido daños permanentes (la cuantía de esos daños está sujeta a considerable incertidumbre; el FMI calcula que la "brecha de producción" española es del 5 por ciento, mientras que la OCDE la sitúa en el 11 por ciento). ¿Ocurrirá algo que vuelva a encarrilar la economía o podrá curarse ella sola?

El mensaje de Keynes a los ciudadanos y políticos de Estados Unidos y Gran Bretaña era que, en ocasiones, el funcionamiento de la "máquina" puede fallar estrepitosamente, impidiendo la restauración del empleo y el gasto. Al contrario que en 1930, ahora los economistas entienden a la perfección el motivo de las desgracias de España: la deuda, la austeridad y ser prisionera de una moneda única.

Remedios


Desde una perspectiva macroeconómica, la receta para remolcar el coche de la cuneta y ponerlo en condiciones de circular incluye, como mínimo, unos tipos de interés más bajos que aligeren la carga de deuda, un estímulo fiscal que alivie el dolor en las postrimerías de la aflicción de su sector privado y una moneda más débil que estimule la exportación como fuente de crecimiento y ayude a los productores nacionales a competir con las importaciones. Lo espantoso es que ninguno de estos remedios se está aplicando. De hecho, las palancas políticas se levantan todas en la dirección opuesta. Cuando España se recupere será a costa de un remedio de charlatán, aplicado por los curanderos del BCE, Bruselas y Madrid, que:

- Han dejado que la inflación baje demasiado.
- Han enfrentado a la eurozona al límite mínimo de cero de los tipos de interés.
- Han negado reiteradamente los problemas bancarios, para después retrasar su solución y capitalizar sólo recientemente las entidades financieras, activando el Sareb para limpiar poco a poco los balances de una forma bastante opaca.
- Han prescrito siete años de escasez bíblica con un apriete austero del cinturón en una recesión de los balances.
- Se han quedado mirando cómo subía el euro frente a otras grandes monedas.

Deuda


La carga de la deuda de España es lo más parecido a una mera resaca, ya que es el residuo acumulado del auge de la última década. La deuda total de la economía equivale al 495 por ciento del PIB, en su mayoría acumulada en el sector privado, ya que el Gobierno ha sido relativamente cauto. Como en Japón después de la crisis, gran parte de la deuda se asumió con la expectativa de que el auge inmobiliario y constructor español continuaría por tiempo indefinido, las rentas crecerían sin fin y el paro seguiría siendo siempre bajo. Con esos sueños desbaratados, es natural que lo que siga sea un largo periodo de desapalancamiento e impagos, que se conoce como una recesión de balances.

El frenesí crediticio se produjo sobre todo en el sector corporativo, donde la deuda suma un total del 178 por ciento del PIB y se está devolviendo o renegando poco a poco. La deuda financiera es del 118 por ciento del PIB (y sigue creciendo). La deuda de los hogares es de "sólo" el 86 por ciento del PIB, frente al 92 por ciento anterior, aunque va camino de seguir bajando mucho por el descenso de la riqueza de los precios de la vivienda y la caída de las rentas. No existe una salida fácil de esta situación, aunque unos tipos de interés más bajos y más inflación serían una ayuda. Japón estuvo resacoso durante más de dos décadas. La deuda estatal, del 84 por ciento de la producción nacional, debería ser una de las preocupaciones menores de España (aunque las regiones se han portado bastante mal y las cajas a menudo contaron con el patrocinio del Gobierno). Después del impago griego, Europa se obsesionó con la rectitud fiscal y los rendimientos subieron como la espuma en cuanto los inversores se dieron cuenta de que no había prestamista de último recurso.

La construcción fallida de la eurozona ha provocado presiones en el mercado de bonos, aunque en lugar de solucionar la causa del problema (mutualizando la deuda y lanzando una facilitación cuantitativa), la periferia se vio obligada a sufrir los síntomas, recortando seriamente el gasto y subiendo los impuestos. En el caso español, la austeridad trasladó el déficit fiscal con ajuste cíclico del 10,2 por ciento en 2009 al 4,2 por ciento en 2013, registrado por el Observatorio Fiscal del FMI. En realidad, eso subestima el dolor, ya que los gobiernos no deben reducir su apoyo en una depresión agravante. Mientras que una persona que ahorra se enriquece, en el conjunto de una economía se aplica la paradoja del ahorro: dado que el gasto de una persona es el ingreso de otra, el ahorro colectivo es contraproducente.

Los recortes del Gobierno, mientras los demás sectores también ahorran (empresas, hogares y bancos reducen sus deudas), no desembocan en prosperidad sino en empobrecimiento (una perspectiva que se conoce como el enfoque de balance sectorial y Martin Wolf lleva predicando en vano desde hace muchos años).

Incluso con la reciente prórroga de dos años, el acuerdo fiscal que acaba de entrar en vigor garantiza una década o dos de apretarse el cinturón, ya que España se ha comprometido a reducir la deuda hasta el 60 por ciento del PIB. De momento, la deuda española es alta y subiendo, y aunque el Gobierno podría ser capaz de revertir parte de la austeridad con un paquete temporal de estímulo ahora que las operaciones monetarias simples mantienen los intereses bajos, igualar los niveles de deuda italianos no es un objetivo digno de aspiración.

Una unión de transferencias, garantías o mutualización de deuda en la eurozona sería necesaria para gestionar una política fiscal contra-cíclica hecha y derecha, y facilitar una unión bancaria que incluya un seguro de depósitos contra el riesgo de redenominación. Sin embargo, esos pasos importantes hacia la plena integración son improbables de momento. A corto plazo, mientras el sector privado siga lisiado y el sector público con recortes, las exportaciones netas son el único sector que puede compensar la contracción.

Aunque las exportaciones en España han sido relativamente sólidas y las importaciones se han hundido por el descenso de las rentas, lo natural sería que una economía débil tuviese una moneda débil. Además, muchos años de subida salarial han vuelto a los trabajadores no competitivos, sobre todo frente a Alemania. La devaluación, aunque no es ninguna panacea, arreglaría estas presiones macroeconómicas pero pertenecer al euro se lo impide. La tolerancia del BCE a una inflación del 1,1 por ciento y un euro justamente valorado en general pero demasiado fuerte para la periferia, implica que harán falta muchos años de deflación para ajustar la competitividad en términos reales.

Eso exacerba la carga real de deuda, que no se deflaciona en tándem. Y, dado que los salarios son pegajosos y España tiene un mercado laboral rígido, el desempleo se ajusta en su lugar, al menos al principio. En consecuencia, se perjudica el PIB y es necesaria más austeridad para alcanzar un objetivo de deuda y déficit cada vez más alejado, aunque la elite europea ha disminuido finalmente las presiones en este frente, reconociendo en parte su locura, pero no revirtiendo el error. Si las resacas al final se desvanecen y se vuelve al equilibrio por un proceso de auto corrección, en España (y en Italia, Portugal y Grecia) la deuda, la austeridad y el euro crean un combinado tóxico crónico.

Dejar el euro tal vez fuese una catástrofe' a corto plazo, dado que España tiene 1,75 billones de euros en deuda externa, por lo que el "efecto de balance" supondría que esa deuda tiene que ser redenominada o reestructurada. En muchos casos, la consecuencia sería la quiebra.

Sin embargo, a los países de Asia en los noventa y los de Europa en los años treinta les fue mucho mejor en cuanto abandonaron las coerciones de su fijación a los estándares del dólar y el oro. Estados Unidos presentó un déficit fiscal del 15-20 por ciento del PIB durante varios años hasta salir de la Gran Depresión. El Banco de Japón ha desechado su conservadurismo y derrotismo pero en la eurozona, pese a tantos años de cumbres de urgencia e innovadores programas de reacción contra la crisis, "no hay un plan B".

Las deudas deben pagarse siempre que se pueda, pero si los préstamos dudosos se ocultan y le piden a un país que sacrifique su bienestar por el bien de un experimento económico egoísta e inviable, el impago podría ser inevitable. España podría acabar siendo un problema de solvencia que necesitase una reestructuración de la deuda. ¿Tendrá Europa la valentía de admitir que el plan A ha fallado y ofrecer a la economía española la ayuda que necesita? Desde luego, mientras siga en el euro, los niveles de deuda serán inmensos y la austeridad un requisito (incluso si el ritmo de "desangrar al paciente" se ralentiza), la pesadilla seguirá y la máquina económica española se verá perjudicada más, trágicamente.